CASTING [Rivaille]

Líder

Ese era su papel, quizá era más. Las alas de la libertad que tatuaban su capa iban más allá que la marca característica de una división de la fuerza del ejército, iban más allá; un símbolo de la esperanza y la lucha de la humanidad para dejar de ser ganado. Para dejar de estar acarreados y limitados por las murallas que decían protegerlos, murallas que existían limitando la vista no del paisaje, sino la propia. La de todos y cada uno de los seres humanos. Hoy iban más lejos, más allá de la muralla para retomar territorio sobre la Tierra, esa de la que vienen y a la vuelven. Hoy tomaría un poco más de camino en pro de la humanidad misma, extenderían las alas y saltarían a lo desconocido, todo sea por la lucha y quitar el freno, quitar la venda de los ojos y sentir en su totalidad los rayos del sol cegándolos. Ciegos por algo completamente diferente a las murallas.

Apretó las riendas del caballo, mantuvo la mira en dirección de bosque, no quedaba nada más que dar, dentro de unos cuantos pasos y el camino a la libertad estaría a su disposición. Esa era la oportunidad y bajo su cargo una de las piezas claves estaba resguardada: Eren una especie nueve, una rareza entre singularidades. Él resaltaba y lo sabía, Eren estaba lo suficientemente loco como para ingresar al escudaron de reconocimiento y se sentía orgulloso de portar las alas de la libertad, sumando a eso su peculiar habilidad metamórfica de titán. Luchaba por el mismo objetivo, ambos tenían las habilidades, la única diferencia era un insignificancia de cargo jerárquico: cargo al cual Rivalle Levi le hacía honor, no en balde era el sargento de la región de reconocimiento y menos aún el soldado más fuerte de la humanidad, si habían llegado así de lejos con tan sólo un cambio de administración aquel moreno terco e impulsivo los elevaría más allá de su lucha por la tierra. El secreto de los titanes dependía de una llave y un sótano, era increíble el poder de autodestrucción que el propio hombre tenía, la suerte estaba echada, pero ellos tenían la estrategia. El viento raspó el rostro de cada uno de los jinetes, los gemidos y el galopar de los caballos se aceleraban a cada movimiento, cada elemento era cómplice de la silenciosa pelea que se llevaba a cabo en los diferentes puntos de batalla, pronto, sólo un poco más y el detonador que tan deseosos estaba toda la humanidad por apretar surgiría efecto: la información requerida dependía de esa corta distancia entre su tropa y el bosque.

La presa estaba cerca, entre el ajetreo de los pasos del animal bajo sus piernas y la terca y desesperada voz del moreno lo escuchó. Ya varios habían caído bajo la mano no de uno, sino de más titanes, pero otros tantos habían sido sometidos por el objetivo, que no era nada más que una figura femenina de inteligencia y prudencia respetables, los movimientos y agilidad mental eran dignos de cualquier ser humano bien preparado y desarrollado. El abrazo que el bosque les brindo no eran suficientes para Eren, de pensamiento torpe y agilidad discutible, mentalmente, obviamente.

-Pare de quejarse de lo que no entiende- Atendió al llamado, la notificación de los caídos había llegado antes de que ingresarán al bosque junto con la serie de bengalas respectivas.- No hay manera de revertirlo.

-¿Por qué? ¿Así de repente?-La duda y la desesperación le cortaron al voz al moreno inexperto entre palabras.

Podría ser un soldado de gallardía y acciones loables, pero la problemática que su falta de atención y agilidad mental eran innegables.-Observe atentamente a su alrededor. Eren, tenemos un increíble y útil campo, el lugar retiene la condición para la utilización al máximo del equipo. Piense, con esa cabeza tan inútil. Si no quiere morir úsela.

-Si- Afirmación clara y directa. Lo había pillado.

Tan pronto cómo su voz silencio el ambiente la momentánea calma fue interrumpida por la presencia del enemigo; el titán femenino  de precisión y agilidad innegables, así mismo lo era la mirada despiadada y fría proveniente de sus ojos azules, había un brillo revelador de una psique más allá de lo comprensible por otros titanes. Todo su actuar era respaldado por cada uno de sus movimientos igual de ágiles y certeros a la hora de esquivar o contraatacar. Innegable, no se tenía que desviar la vista del camino para confirmar lo que el oído a lujo de funcionalidad revelada, otra vez estaban tiempo versus voluntad.

“¡Capitán! ¡Capitán, denos órdenes! ¡Cambiemos la estrategia, capitán!” Las voces asustadas del grupo bajo su mando le volvían a afirmar la veracidad de sus deducciones hechas con el oído. Eso era el colmo, ¿Qué tan idiota lo creían? Era consciente del arma de doble filo de su entra al bosque, perfecto campo de batalla y también abismo incuestionable entre los puentes de comunicación con otros grupos, sin mencionar lo peligroso que podía llegar a ser, no para ellos sino para el plan por completo, la incertidumbre que generaba la falta de precisión entre los movimientos de los compañeros que justo ahora saltaban a lidiar con el titán femenino.

Levantó la cabeza, miró a los compañeros, ¿Qué tan idiota lo creían? Disparó la bengala después de acabar con un simple “Tápense los oídos”. ¿Qué tan absurdo y poco precisos creían realmente qué eran sus movimientos y acciones? Desde el momento en que decidió formar parte de la tropa de reconocimiento cada uno de sus ejecutes eran medidos, cada pensamiento era la firme idea de cumplir su objetivo, cada palabra la exteriorización de los pensamientos, pero él hablaba con acciones, no con la vociferación de sus ideales y sentimientos que bien, cualquier vomita en el momento que le preguntan. Bastaba de nerviosismo, tenía un gran equipo que les cubría la retaguardia, tenían las armas y la experiencia requerida, también tenían claro y definido el objetivo: por un lado la protección a toda costa de Eren y por otro la búsqueda de información.

-Vamos a seguir a caballo, ¿Entendido?

Era cuestión de confiar, apretó el paso y acto seguido los compañeros aceleraron el propio pero el desasosiego se apoderó de Eren, gritaba y gritaba cada vez más. ¿Qué si lo iban a ignorar? ¿Qué si realmente iban a ignorar el sacrificio de los compañeros caídos? No, eso era impensable pero Eren estaba ciego, preso de las propias emociones. Era una lucha de voluntades, lucha también de razón sobre emociones.

Gunter, Petra y Erd calmaron los desesperados y enérgicos gritos de Eren, él o tenía para esas contemplaciones, lloriqueos desconfiados, iban por más.

-Eren, -Llamó- la diferencia entre tu elección y la nuestra es cuestión de experiencia, pero tú no necesitas depender de eso.-Ellos la tenían, ¿Qué más se requería?- Puedes confiar en ti, en tu poder o puedes confiar en mí, en ellos, en la tropa de exploración. Yo no sé nada, es siempre así- Y siempre había funcionado de esa manera.- Por más que confió en mi fuerza, en la decisión de mis compañeros nadie sabe el resultado y por lo tanto lo que nos queda es hacer la elección de la que no nos arrepintamos.- Bastó con eso, el nerviosismo pasó a ser del olvido.-¡Eren decídete!-Gritó, no había tiempo para más cavilaciones.

-¡Voy a seguir!- Perfecto, si le habían depositado la confianza el sabría responder, el semi-titán calló, si el impulsivo recluta podía confiar en la fuerza y estrategia que se había armado no se necesitaba más, la situación era critica, tiempo contra voluntad, aseguró las armas y dio órdenes, faltaba poco y en cuestión de segundos todo se determinaría.

Por otro lado la vista periférica de la femenina imparable le aviso del peligro, era tarde y muy tarde porque en cuestión de segundos el acero y atravesaba su carne, directo y efectivo, todo gracias a las acciones de los compañeros caídos por un lado y por otro a la falta de acciones del moreno semi-titán. Esas habían sido las piezas claves y ahora sería él quien se daría el lujo de acabar con todo esto, los alcanzaría en cuanto la confirmación estuviera hecha. La presa y el dardo acertaron, sincronía y voluntad. Rivalle iba a ser personalmente el encargado de ese corte y sin lugar a dudas el que más lo disfrutara.

-Hey desgraciada, se prepararon algunos, ¿Verdad?- Dada patadas cada vez más fuertes sobre la cabeza del enemigo, como le hubiera gusta acabarla ahí mismo como a cualquier cucaracha, la ligera pérdida de equilibrio producto de la reciente exteriorización de las palabras, en forma de grito por parte del titán le sorprendió. Pronto y más rápido que el primer ataque por parte de los soldados una horda de titanes de diferentes tamaños corrían en dirección del aullido, atravesaban sin problema alguno la brigada de las tropas alrededor del bosque, ignorando por completo las figuras humanas que se levantaban sobre las altas copas de los árboles. La muy lista se iba a salir con la suya pero él no lo dejaría sin dar lucha. Apuntó hacia los árboles, tres titanes de diferentes medidas iban en dirección, la protegería así como luchaba por el mañana, no la dejaría escapar de sus manos. Los brazos elevados, paralelos, echados hacía atrás y la abertura entre los pasos de los titanes era la oportunidad perfecta para con un giro mandar al diablo a las amenazas. Si bien no era su último movimiento quizá era de los mejores, ahora ya no eran tres y las ordenes de Irvin le resonaban en la cabeza, ]“¡Protejan a la titán hembra!” sobraba al exteriorización de lo obvio, ahí gustoso daría la vida y más por su objetivo, estaban tan cerca y él era tan certero que no podían perder.

Pero quizá la muy puta si se pasó de lista, así de efectivo era él así de rápido caían algunos.

-¡Todos retrocedan! ¡Vamos a reagruparnos en el bosque del oeste!-Eran ordenes sencillas, razonables, justas y las necesarias. Es difícil tomar la decisión correcto en aquellos momentos, eran esos, justo en ese tipo de momentos donde la presión y el calor de la lucha decían y hablaban de la calidad de equipo que tenían, le daba una patada en el orgullo, pero un poco más y no la contaban. No era tonto como para actuar por si solo, para olvidarse de la estrategia y las circunstancias que lo rodeaban, sin importar lo bueno y preciso lo superaban en número. Ya no era cosa de persistencia, ya no era cosa de habilidad era cosa de asegurarse la victoria y está vez la ganadora era ella. Él que conocía el valor de una vida más que cualquier otro no arriesgaría la de sus compañeros ni la propia tan fácilmente.

Regresó la mirada cansado a Irvin, escuchó y acató ordenes, por el momento era todo.