Just Livestock... [Priv. Petra Ral]

Trabajos nocturnos, lo más forzosos y difíciles, y más aún cuando ni siquiera nos encontrábamos en el distrito que nos corresponde. Desde el mediodía, nuestro escuadrón se dirige a varios distritos de la Muralla Rose, donde hemos estado haciendo trabajos que hacíamos antes de que las expediciones se pusieran en marcha. Conseguimos más gas y espadas, bastante para ser verdad, además de que recopilamos unas cuantas informaciones de importancia para la Legión y que pronto pasarían a manos de Erwin. Fueron tantas cosas que realizamos, que volvíamos a Trost en la madrugada, completamente cansados y listos para lanzarnos a las camas. Los caballos apenas andaban y algunos de nosotros apenas podían mantener los ojos abiertos, ha sido un día bastante largo y agotador. Al llegar a Trost, nos encontramos con un grupo de legionarios que volvían desde la Muralla Sina, se veían más agotados y cansados que nosotros y no lo niego, debe ser duro viajar de una muralla a otra a estas altas horas de la noche. La población nocturna de Trost nos observaban con asco y odio, como siempre suelen hacerlo, simplemente había que ignorarles con elegancia y todo listo. No entiendo porqué tanto a odio a las personas que sacrifican sus vidas para poder acabar con los titanes, además de que en caso de una catástrofe, los legionarios son los más preparados para combatir a los titanes, deberían estar agradecidos. Mi escuadrón se dirigía a otro lugar, dejando atrás a los legionarios que acaban de llegar, pero detuve mi caballo al ver como los ciudadanos le aventaban cosas a mis compañeros legionarios, y el impacto de una piedra en la cabeza del más alto de todos me hace molestar. ¿Cómo se atreven a hacerle daño? No permitiría eso. Paro en seco el trotar de mi caballo y le hago retroceder hasta donde está el chico herido, me llamaban los de mi escuadrón pero no hice caso, sé que me buscaré un problema con ellos pero ¿qué importa? Lo que sea por ayudar a mis otros compañeros— ¡Hey! —grito con furia, apartando mi capa y sacando uno de los pistones, el gancho se clava en un muro y al utilizar el gas, me suspendo en el aire, dejando mi caballo atrás y colocándome frente al alto joven— No le hagan daño —saco mi katana con enojo, no les iba a hacer daño pero con amenazarlos era suficiente. De repente, el muchacho se veía mareado y líneas rojas de deslizaban por su rostro y dedos. Guardo la katana, pero aún me mantenía alerta, a pesar de que los civiles se alejaron de nosotros luego de la amenaza— ¡Chicos! Está herido, tenemos que llevarlo al cuartel —les digo a mis compañeros de escuadrón, quienes me observaban desde lejos. Los más fuertes se acercan con sus caballos y una carretilla, donde subimos al joven herido con cuidado— Cuidaremos de él —le digo a los legionarios que venían con él, con una sonrisa reconfortante y amable. Entonces, nos ponemos en marcha con rapidez, llegando al cuartel antes de lo debido.

Identificamos al muchacho como Bertholdt, quien ahora se encontraba bajo mis cuidados en una de las habitaciones libres del cuartel: curé su herida y le proporcione analgésicos, estaba mareado y desorientado, la fatiga y el golpe podían con él. Recostado en una cama y yo sentada en una silla a su lado— Bertholdt, ¿Me escuchas con claridad? ¿Cómo te sientes? —le susurro con una voz suave, no quería confundirle en ese estado, esperaba a que me respondiera o diera una señal, me preocupaba ver a mis compañeros en tales condiciones.