Sería el paraíso || Libre

Si los muros fueran más grandes... tendría una pésima vista, así que... es perfecto. – Musitaba más para si misma que para alguien. Aunque en realidad estaba más sola que la loca de los gatos. Descansar arriba de los muros es un lujo que se daba de vez en cuando, más cuando había buenos soldados de las tropas estacionarias dejandola subir. La comida escasea con ganas en los muros, por eso, al ver al horizonte ese pasto verde y arboles que su vista alcanza a divisar le causa retortijones en el estomago. ¿Qué tan grande es el mundo? ¿De que se esta perdiendo? Esas preguntas rondaban su cabeza, pero la más importante... ¿Cuanto tiempo pasará antes que el espacio entre muros nos coma antes que los titanes? Un espacio tan pequeño le causa paranoia, no es muy grande la ansiedad pero esta presente, y si en ella esta, no se imagina en los débiles de mente. Claro, ella puede salir de vez en cuando a respirar fuera del encierro, liberando sus alas como el ave que todas las noches sueña ser, pero no es lo mismo el sueño que la realidad. El cabello rojo hondeaba por la fuerza de los vientos, vientos que desde lo más alto huelen a lluvia... su mirada se fijaba detrás de unas montañas con nubes grises que no se les veía con la suficiente rapidez como para alcanzarla, por lo menos no en unas cuantas horas, aun tenía tiempo para hacer su ritual.

Sacando de una bolsa tejida, una vela roja con su respectivo frasco que coloco frente a ella; un encendedor plateado que con ligeras manchas de sangre le daban una sonrisa triste; los famosos cigarrillos que a mano ella hacía, la escasez estaba hasta en los vicios; un trozo de tela café que hacía acorde con su uniforme; entre otras cosas que no todo el mundo entendería, como más trozos de tela, navajas, un bolígrafo, etc... Las personas normales guardan cosas más completas sobre sus difuntos, pero en el caso de ella era un poco complicado, más cuando los difuntos han sido devorados y lo poco que queda de ellos son si bien les fue, retazos de ropa y extremidades... a veces no queda nada. Cuando puede, con los más allegados pide algo prestado siempre a sus compañeros o soldados con los que se encuentra, cuando no ha tenido tiempo de eso simplemente recoge lo que encuentra... como carroña quizá. El tiempo se agotaba, no podía estar perdiendo el tiempo pensando en trivialidades como el que dicen las personas sobre ella. Con los recuerdos organizados en una hilera balbuceaba los nombres como si pasara lista de ellos, gracias a que tenía un encendedor el aire no le afecto en nada a la hora de encender la vela.

El aroma de gardenias inundaba sus fosas nasales, la vela tenía ese aroma tan fino y relajante que le hacía olvidar que estaba dandole la espalda a la sociedad, solo quería ver el amplio mundo que sus ojos alcanzaban a divisar. Sus manos temblaban pues con la lluvia venía ligera frialdad en el viento, sus dedos taciturnos tomaban el primer cigarrillo encendiendolo cerca de sus labios, tan cerca como para poder aspirar con fuerza y sentir el golpe del tabaco en sus pulmones. No le molestaba el cigarro, pero tampoco lo adoraba, era como una especie de mentalidad que tenía, lo que no te mata te hace más frío, más cruel, más hijo de puta... y eso era lo que buscaba, aunque su siguiente acción demostrará lo contrario.

Al final, todo el ritual parecido a los vikingos resultaba ser nada más y nada menos que un funeral personalizado, con el cigarrillo entre sus dedos tenía los labios libres para comenzar a cantar en voz baja. – We know full well there's just time... So is it wrong to toss this line? –Comenzaba con la garganta algo en nudo, el cigarrillo quemaba la punta de los objetos con cuidado, para cuando comenzará a encender dejarlos dentro del frasco con la vela, siempre cuidando que esta no se apagara. Lo más fácil siempre era la tela, lo difícil eran las cosa grandes como navajas, incluso el bolígrafo de un recluta se rehusaba a quemarse, casi como si el alma de ese recluta se rehusara a aceptar la muerte, las metáforas y simbolismo nunca faltaban. –Don't give... me up~ – La luz del día comenzaba a apaciguarse haciendo que la vela fuera otro atardecer, uno un tanto más pequeño pero lindo por el color rojo y la llama que luchaba por comerse todas las cosas. – But if you'd searched the whole wide world...Ho oooh... would you~dare to let it go? – El fuego había comenzado a aumentar, solo faltaba una cosa y era el encendedor, pero así como las ultimas veces, no era el día para dejarlo ir, todavía no. Guardo el encendedor entre sus pechos que era el lugar más cercano a su corazón, algunas cosas, o personas, no son tan fáciles de dejar ir. –'Cause what about, what about angels?... –Tomaba con cuidado el frasco con la vela y los objetos consumiendose ya por el final– They will come, they will go, make us special... –Suspiró para apagar la vela y comenzar a lanzar las cenizas por el aire, delicadas lagrimas se asomaban por sus ojos sin llegar a resbalar. Al final ese era el funeral más apropiado que podía dejarles a esas personas que lucharon por un futuro lejos de esos muros, que aunque el miedo los haya hecho titubear tuvieron la suficiente valentía en un principio como para ser parte del ejercito de la libertad. – It's not about... not about angels, angels... –.

Lanzando lo poco que se había quedo atascado en el frasco volvió a cerrarlo, la vela se había consumido lo suficiente como para tener que comprar otra, aunque siempre era así. Si por la pelirroja fuera, desearía el poder hacerlo desde el otro muro, pero viendo las circunstancias era pedir demasiado, al final ya no sabía si estaban retrocediendo o avanzando, las esperanzas eran tan pocas por sobrevivir que sus ánimos se desplomaban. – Me pregunto si alguien... hará lo mismo que yo... o al menos algo parecido. – Murmuraba en voz alta sintiendo las primeras gotas que amenazaban con darle aun, tiempo para esconderse de la lluvia.