{Arlert; Jaeger; Snezhinka} - Comienzos

Al fin, ¡al fin lo habían conseguido! ¡Después de varios años de duro entrenamiento, habían logrado graduarse con honores para acceder a la solicitud de su tan apreciado puesto en la Legión de Reconocimiento! El rubio no se lo podía creer todavía: le había costado tanto esfuerzo llegar hasta donde llegó que pensaba en esa situación como algún sueño imposible de alcanzar. Pero en absoluto era así. Él, junto a sus dos mejores amigos de la infancia, estaba a un paso de alcanzar lo que los tres se proponían.

—¡Vamos, Eren! ¡Las habitaciones están por ese lado! —sonrió con increíble entusiasmo el más bajo de los chicos, sintiendo que la información que acababa de proporcionar era más redundante que de costumbre. No había podido estar entre los diez mejores de su promoción, pero eso era lo de menos: estaba con las personas con las que quería y necesitaba estar, y todo lo demás era secundario para él en esos momentos.

Se paseó de un lado a otro, curioseando vivamente con la mirada cualquier detalle del lugar. A pesar de haber pasado un buen tiempo encerrado allí mismo y se conociera cada rincón, camino y escondrijo como la palma de su mano, sentía como si aquél fuera el momento idóneo para apreciar cada ornamento de las paredes, suelos o salones –los cuales eran más bien escasos–. Por suerte, no iba solo: el castaño seguía sus pasos con relativa cercanía en dirección a las habitaciones masculinas.

Mikasa, por ser mujer, tuvo que tomar un rumbo diferente, dejándolos a ambos aislados en busca de una cama sobre la que echarse a dormir y no despertar en semanas. Aunque los entrenamientos de los días anteriores hubieran sido más agotadores de lo normal, Armin no se sentía cansado por eso: lo que de verdad acabó con sus fuerzas fue la pequeña pero intensa fiesta que se había celebrado en honor a los nuevos cadetes graduados; pero, después de todo, se lo pasó bastante bien.

—Eh, Eren…, felicidades por haber quedado entre uno de los diez mejores —sonrió el muchacho, adelantándose a grandes zancadas por el pasillo—. Sabía que lo conseguirías, tú siempre consigues todo lo que te propones. Qué envidia…

Una sonrisa tranquila y nostálgica se dibujó en su redonda carita, cuyas mejillas iban sonrojadas con levedad debido a la admiración que crecía en su interior ante su mejor amigo. Quería darse la vuelta y pararse en seco ante su compañero, iba a tenderle la mano y darle la enhorabuena por sus grandes hazañas antes de girar la última esquina que llevaba a sus habitaciones, pero en ese instante una voz femenina lo hizo cambiar de idea. «¿Qué hace una chica en esta zona del cuartel?», se cuestionó a sí mismo.

Seguía a su amigo de la infancia por los pasillos que les llevarían hacia las habitaciones con una sonrisa en los labios. Se estaba divirtiendo de lo lindo al ver como su amigo se entusiasmaba con todo lo que había a su alrededor, como si en su vida hubiera estado en un lugar como ese cuando en realidad tenían aquellas cuatro paredes más que vistas. Lo más probable es que estuviera tan acelerado por haberse graduado que no podía contener su alegría, parecía un niño pequeño al que le acababan de decir que por su cumpleaños le regalarían lo que más deseaba. Resultaba bastante adorable verlo así de entusiasmado por algo, hacía demasiado tiempo que la alegría se racionaba en la vida de ellos dos y su amiga Mikasa.
 
— Lo sé, Armin. — Ya no pudo aguantar más la risa al ver a su amigo tan hiperactivo. Lo más seguro es que él estuviese de esa forma de no ser porque el cansancio le estaba pasando factura y tras tanto entrenamiento y celebración la cama lo estaba llamando. Más que un sueñecito reparador necesitaba una mini hibernación. — Relájate. — Añadió tras un bostezo.
 
Eren por su parte estaba igual de contento por la graduación, una alegría sin comparación lo había invadido desde que supo que estaba entre los mejores. Había conseguido el quinto lugar, que era uno bastante bueno. Después del mal comienzo que había tenido era un orgullo decir que había conseguido el quinto lugar en la clasificación. ¡Vamos! Era el quinto mejor de su promoción… Vale, puede que tal vez le habría hecho más ilusión si hubiera conseguido estar en el TOP 3, pero así es el ser humano, insaciable. El caso es que ahora podría cumplir su sueño de la infancia y unirse a la Legión de Reconocimiento, por lo de pronto nada más importaba, con eso se daba por satisfecho.
 
— Mm… gracias. — Le dedicó una sonrisa perezosa mientras se estiraba, intentado espabilarse un poco. El sueño tendría que esperar hasta que llegasen a las habitaciones y pudiese caer en un estado semi comatoso en aquella mullidita cama. — Armin. — Miró al rubio con los ojos entrecerrados. — Tú conseguirás lo que te propones también, solo tienes que creer m… —
 
Se interrumpió a mitad de la frase al escuchar la voz de cierta chica, una voz que reconocería en cualquier lugar. ¿Qué hacía ella allí? No era un lugar en el que esperarías encontrarte con una chica, en fin por algo se llamaban habitaciones masculinas. Con la ceja alzada miró a su amigo en busca de una respuesta, inútilmente ya que Armin sabía lo mismo que él, nada. La curiosidad pudo con él y por eso caminó hacia el lugar de donde provenía la voz, dispuesto a descubrir qué demonios hacía Aline en un lugar como ese.